Historia

Metahistoria: una radical reinterpretación de la historiografía

White, Hayden. Metahistory: historical imagination in the Nineteenth-century Europe. Baltimore: John Hopkins University Press, 1973, 464 pp.  (Hay edición del FCE en español y accesible en línea)

(Reseña preparada  para el curso de Historiografía en la Maestría de Historia Internacional en el Centro de Investigación y Docencias Económicas (CIDE) en el semestre 2018-2.) 

Metahistoria tiene la virtud de ser, a la vez, una historia de la historiografía en el S. XIX y una “teoría general de la obra histórica”. Su autor es el crítico literario Hayden White (EE. UU, 1928-2018) y el texto consiste en un repaso de los autores, sin hacer distinción entre filósofos e historiadores, que White señala como representativos de los tipos de explicación dominantes de ese periodo. El autor, profesor en UCLA, procede de una manera formalista y taxonómica, resaltando la particularidad de cada autor, sin ninguna pretensión de generalidad ni de crítica sobre el contenido de las obras; solo de su forma.

La premisa de Metahistoria es que el discurso histórico no se diferencia radicalmente de otras formas de prosa, ni por una correspondencia real con el registro histórico, ni por un método o un lenguaje particulares. La historiografía, entonces, es una producción discursiva acerca del pasado sobre la cual es muy difícil hacer una objeción científica o real. El objeto de estudio en Metahistoria es la forma cómo una selección de historiadores resuelve, a través de la poética (la creación) para White, el problema de la relación entre realidad y representación.

La Metahistoria es el campo de las elecciones precríticas que hace el historiador y el único que nos permite realmente categorizar y diferenciar las obras históricas, más allá de su contenido, siempre opaco y contingente. Dice White que la delimitación de un “campo histórico”, la respuesta a la pregunta sobre qué es la historia, que conlleva en su respuesta una apreciación sobre el mundo actual, y, sobre todo, la elección de la forma de aprehensión y representación del mundo, son lo que determinan cómo será la escritura de la historia.

Aquí el autor de Metahistoria se desmarca claramente de los historiógrafos, y por esto es importante resaltar que fue formado como crítico literario, para hacer una explicación diferente sobre la historia de la escritura de la historia. Las “escuelas”, sean nacionales o ideológicas, con las que la historiografía tradicional aprehende su objeto, son agrupaciones caprichosas y aparentes para el autor. Antes que partir de las características generales de un modo de pensar, liberal, romántico, alemán, marxista etc., White pretende entender realmente cómo las elecciones precríticas de los autores determinan sus obras.

No hay intento de explicación histórica en este libro. Solo desde la metahistoria, que para White es ese cúmulo de decisiones estilísticas de cada autor, que no se pude relacionar a partir de una causalidad fuerte con su biografía su “contexto”, y que determina su forma de convencer o implicar al lector. Entonces, el tono romántico de la historia de Michelet o la elección de la metonimia para explicar el mundo que hace Marx, marcan sus obras antes que su posición social o su inclinación ideológica, tan resaltadas en la historiografía tradicional.

Este enfoque deriva en que White piense la historia de la historiografía como un tránsito entre “estilos” antes que “paradigmas” científicos. No existe el progreso en esta visión, porque es imposible dar juicios de valor sobre las obras, sino un movimiento circular de la historiografía. La ironía de un tiempo sucede a la seriedad de otro, y explicaciones de ese tipo. Para mí, el esbozo de historia de la historiografía que nos presenta White no es lo más importante del libro Cómo una historia gana legitimad frente a otra, es decir su componente social, está ausente de la explicación. Lo que genera sospechas sobre su capacidad explicativa. El autor, sin embargo, se blinda exitosamente remarcando que su estudio es formalista y que la historia es una aporía donde ofrecer explicaciones causales y juzgables con algún criterio objetivo es imposible, utilizando la ironía a su favor.

¿Puede existir ese momento precrítico donde el autor decide el “protocolo lingüístico» que, según White, caracteriza su historiografía? ¿Puede la elección de la ironía o la tragedia como forma de representar estar desligada de una posición de clase o la experiencia con la historia?  Si el autor no puede abstraerse del mundo y la historia para hacer historiografía ¿por qué podría hacerlo para hilvanar su Metahistoria? Estas preguntas no se las hace White porque su proyecto está escrito en otra clave. La crítica de los historiadores suele apuntar a esta poca precisión histórica y a lo difícil de estudiar esa abstracción que él llama “elección pre-crítica” desde la historia sin considerar un componente social-contextual.[1]

Nada de esto haría que no recomiende Metahistoria a quien pretenda hacer historia, sobre todo si recién estamos empezando nuestras carreras. Puede ser un correctivo muy pertinente para el historicismo, el exceso de confianza y la poca reflexividad con la que solemos (al menos yo) empezar a escribir historia.

Solo por el despliegue muy erudito y reflexivo que hace White, el libro es muy estimulante. No obstante, su mayor valor radica en que White refresca nuestro credo historicista, recordándonos que la historia es un discurso que debe buscar estrategias para legitimarse como cierta, porque la verdad es indemostrable, y que tiene ciertas “normas” que no son universales-científicas sino lingüísticas-artísticas.[2] White no solo nos dice que estas existen, sino que tienen implicancias éticas, estéticas y políticas profundas. No sé si en el futuro pueda repetir la argumentación, opaca, abrumadora y generosamente extendida en más de 400 páginas, de White ni sus disquisiciones sobre Hegel o Benedetto Croce, pero estoy seguro de que no volveré a leer ni escribir sin tener en cuenta la construcción poética de la obra histórica como una dimensión relevante.

Alejandro Santistevan – CIDE

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[1] Nelson, J. (1975) “Review” History and Theory Vol. 14, 1 y Grosskurth, P. (1975) “Review” Canadian Historical Review, Vol. 56, 2.

[2]Hay una diferencia grande entre el posmodernismo contemporáneo y el trabajo, formalista y que buscaba  autores como Jenkins, K. (2003) Rethinking history. Routledge,  no consideran que exista ningún tipo de ordenación del mundo mientras que White, aunque en un plano poético, busca encontrar leyes y normas.

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